Ser un corredor de bolsa es algo bastante más rutinario que lo que muestran películas como El Lobo de Wall Street. En esta película existe un grado de fantasía y exageración que hace tan entretenida y fascinante a la trama, pero la realidad es que los corredores son trabajadores como tantos otros que viven el día a día manejando números y decidiendo si comprar/vender acciones, quitando el grado de ilegalidad que distinguía a Jordan Belfort en la cinta dirigida por Martin Scorsese.