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El cambio en la retórica de Powell despierta de su letargo a los bajistas de Wall Street

Jue., 21/12/2023 - 13:12

Después de más de un año de incrementos de las tasas de interés y de una política monetaria restrictiva, no solo a manos de la Reserva Federal de Estados Unidos sino de otros bancos centrales en todo el mundo, muchos inversionistas adeptos al riesgo habían perdido prácticamente todas las esperanzas, y es que se elevaron las tasas desde mínimos históricos en 0,08 % en febrero de 2022 hasta más del 5,3 % en julio del año que ahora está por finalizar. La postura del regulador estadounidense fue prácticamente emulada por el Banco de Inglaterra y el Banco de la Reserva de Nueva Zelanda, mientras que el Banco Central Europeo y el Banco de la Reserva de Australia le van aún ligeramente a la zaga, con tasas del 4,5 %. Puede que la diferencia no parezca gran cosa, pero las repercusiones sobre todas las personas con deudas (ya sean estos titulares hipotecarios o aquellos que deban pagar la letra de su coche) han sido totalmente devastadoras. Sin embargo, las tasas relativamente elevadas son una auténtica bendición para aquellos inversores que disponen de ingresos fijos o que cuentan con ahorros, especialmente una vez que la presión sobre los precios se vea relativamente controlada.

Pero, ahora que la inflación ha disminuido hasta el 3,1 % en Estados Unidos y hasta el 2,4 % en la Unión Europea (próximos ambos porcentajes al ansiado objtetivo del 2 %), parece que la Fed y el BCE están finalmente preparándose para hacer un cambio de sentido. Esto ha hecho que muchos de los más acérrimos bajistas en Wall Street admitan que quizá se han precipitado en sus negativos pronósticos para las acciones, que contra toda lógica vienen revalorizándose durante este ciclo de aumentos. ¿Qué significa esto para los valores y activos con un elevado riesgo como los bonos del gobierno o los metales preciosos una vez entrado el 2024? A lo largo de este artículo estudiaremos las implicaciones que una política monetaria menos restrictiva por parte de los bancos centrales podría tener sobre estos tipos de activos.

Haciendo balance

Tras la caída en masa a raíz de la burbuja provocada por la pandemia por COVID-19, las acciones estadounidenses vienen ganando terreno de forma progresiva desde comienzos de 2023. Esto fue así a pesar de las deprimentes predicciones ofrecidas por firmas de servicios financieros como Morgan Stanley o Piper Sandler and Co., las cuales sugerían que unas tasas más elevadas harían que la economía estadounidense entrase en recesión. Desde principios de año los índices Dow JOnes IA, S&P 500 y Naddaq 100 han crecido un 13 %, 24 % y 54 %, respectivamente. Si bien las tasas partían ya casi de un 4 % cuando comenzó la carrera alcista, el ritmo de los incrementos se frenó de forma considerable durante la primera mitad del 2023, toda vez que dichos aumentos se redujeron del 0,5 % al 0,25 %.

Ya se sabe que el mercado de acciones tiende a ir por delante de los datos sobre la economía real, y es posible que el "dinero inteligente" se adelantara ya en julio al fin del ciclo de aumentos de los tasas de la Fed. Si consideramos ahora las declaraciones realizadas por Powell la semana pasada, cuando confirmó el fin de la política de aumentos del regulador estadounidense y dejó incluso entrever que el próximo año podrían darse varias reducciones, los estrategas de Wall Street han ganado mucha más confianza en las acciones para 2024. Los grandes agentes, entre los que se incluyen el Banco de América, Deutsche Bank AG y BMO Capital Markets, predicen ahora que el índice S&P 500 alcanzará o superará los 5.000. Goldman Sachs ha incluso elevado sus previsiones apenas un mes después de ofrecer sus pronósticos, y considera que el S&P 500 volverá a crecer un 9 % antes de que el presente año llegue a su fin para conquistar la marca de 5.100.

Parecería entonces que no es ya una cuestión de probabilidad de que el mercado bursátil se revalorice, sino de cuán grande será dicho crecimiento. No obstante, los inversores harían bien en no perder de vista las actas de las reuniones de la Fed en los próximos meses en caso de que el regulador modifique su postura.

Una renta no demasiado fija

Durante los últimos casi quince años activos de renta fija como los bonos del Tesoro, títulos de deuda u otros activos líquidos han generado rendimientos sorprendentemente bajos. Por supuesto, el motivo reside en las tasas de interés sumamente reducidas que los bancos centrales introdujeron a raíz de la Gran Crisis Financiera de 2008. El conjunto de rápidos incrementos que siguieron al colapso del Silicon Valley Bank provocó un inesperado y beneficioso giro con respecto a la reciente crisis económica, en virtud del cual los rendimientos de los bonos del Tesoro a 3 y 6 meses se mantienen firmes por encima del 5 % desde marzo del 2023. Los bonos corporativos de calidad vienen también situándose en torno a este nivel gran parte del año y, aunque la inflación "estaba robando" gran parte de las ganancias en el mundo real que los inversionistas podrían haber derivado de este tipo de activos, se esperaba que surgiese una oportunidad para que los inversionistas más conservadores disfrutaran también de ganancias efectivas, dado que la inflación estaba retrocediendo hacia el nivel objetivo del 2 %.

Pero, por desgracia, las últimas declaraciones del presidente de la Reserva Federal hacen pensar que estas condiciones inusualmente favorables para los activos de renta fija serán finalmente transitorias, y es que el banco central estadounidense planea facilitar un aterrizaje sin sobresaltos para la economía, si bien algunos economistas han advertido de que el ente regulador se arriesga a provocar el resultado opuesto al adoptar una postura conciliadora demasiado pronto. Torksten Slok, economista en jefe de Apollo Global Management, advirtió en un reciente documento técnico que "unas aumentadas necesidades de préstamo por parte del Tesoro estadounidense, la relajación de la política de control de la curva de rendimiento en Japón, así como la reducción en las compras y disminución de los inventarios de la deuda estadounidense en manos de China" podrían hacer que sea necesario volver a adoptar una política más agresiva el próximo año.

Por el momento, parece que la mejor forma de afrontar el cambio de sentido que supone lal flexibilización de la política monetaria de la Fed sería acumular títulos de deuda con una fecha de vencimiento más reducida (tales como bonos de 3 y 6 meses), cuyo rendimiento sigue claramente situándose bien por encima del 4 %. Visto que la situación sigue siendo muy dinámica, los inversores harían bien en permanecer atentos.

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