El mundo se conmocionó al comienzo de esta crisis cuando las acciones estadounidenses perdieron un 33% casi de la noche a la mañana. Fue el descenso más rápido desde el infame colapso de 1929 y eso hizo que muchos se preguntaran si las cosas algún día volverían a la normalidad. Todos los expertos dijeron que pasarían muchos meses, quizás incluso años, antes de volver a las alturas anteriores.
Imaginemos lo que hubiera ocurrido si, en marzo hubieras comentado a un inversor que acababa de perder un tercio del valor de su portafolio que para agosto volverían a estar como antes. ¡Probablemente se te habrían reído en la cara o te habrían dado un golpe! Todo el mundo estaba seguro de que los activos de riesgo no se recuperarían hasta que el virus estuviera bajo control o hasta que hubiera una vacuna en producción. Pero, como vimos al final, Estados Unidos se encuentra en medio de una segunda ola de coronavirus, y vemos los primeros picos en el índice S&P 500.
Fue imprevisto pero, de cierta manera, predecible
Si bien esta recuperación veloz ha sido inesperada, es explicable. Además de una alta probabilidad de que haya una vacuna funcional en un futuro próximo. Hay que reconocer a la Fed por su respuesta a la crisis. Desde el primer día, las imprentas estaban funcionando a casi máxima capacidad, inyectando cantidades de liquidez sin precedentes en la economía del país. Para poner las cosas en perspectiva, el regulador estadounidense emitió más dinero en junio de este año que en dos siglos enteros (1776 a 1979). Además, también recortó su ya baja tasa de fondos del 2% al 0,25%.
El gobierno de Estados Unidos también merece un reconocimiento por sus esfuerzos de apoyar el consumo en los tiempos de las pérdidas récord de empleos en su economía nacional tan basada en servicios. Aparte de proporcionar fondos por valor de 670 mil millones de dólares a las PYME para asegurar que la gente mantenga empleos a los que podría volver una vez finalizado el cierre, también aprobó la revolucionaria Ley CARES. Este paquete tan generoso por el valor de unos sorprendentes 2.2 billones de dólares dio a los estadounidenses comunes 1200 dólares al mes para ayudarles a lidiar con el impacto económico de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, hay que notar que esta iniciativa concluyó a finales de julio –más de dos semanas antes de que se registrara este nuevo máximo– y todavía hay que llegar a un nuevo acuerdo en el Congreso.
Un último factor que vale la pena considerar es la naturaleza altamente sectorial de la crisis. Algunas industrias, como el transporte aéreo y el sector energético, se han visto diezmadas por la pandemia y todavía están lejos de alcanzar niveles normales de actividad. Por otra parte, las acciones de tecnología han crecido en estos tiempos de aislamiento social y de cuarentena y han subido, en promedio, en 25% en el año hasta la fecha. Dado que el índice S&P incluye varias empresas de tecnología líderes en crecimiento, tales como Amazon, Alphabet y Zoom, su buena suerte está enmascarando un poco el bajo rendimiento de otras empresas en el índice. No olvidemos que el NASDAQ alcanzó nuevos máximos históricos en junio, apenas unas semanas después de la caída inicial.
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