El 2023 está ya a la vuelta de la esquina, y a muchos de nosotros nos complacería darle la espalda al que sin duda ha sido uno de los años más duros de la historia reciente. Y es que más allá de las devastadoras pérdidas sufridas por la mayoría de los distintos tipos de instrumentos, el mundo se ha visto desbordado por una desbocada inflación, la inseguridad en el sector energético y las interrupciones en las cadenas de suministro. Prácticamente la totalidad de los activos de riesgo entraron en caída libre, y tanto la esfera cripto como las acciones del sector tecnológico se llevaron el revés más duro.
Los precios del gas y del petróleo se han disparado hasta niveles insostenibles, y con ellos el precio de la mayor parte de los alimentos básicos que constituyen el pan nuestro de cada día. El golpe ha sido aún mayor para los ciudadanos europeos, dado que tanto la moneda común de la Zona Euro como la libra esterlina se devaluaron fuertemente frente al dólar. Incluso la cotización del oro se ha mantenido relativamente plana teniendo en cuenta el alcance de la masacre económica que hemos sufrido. Pero ¿cuáles fueron los mecanismos que nos llevaron a esa tan situación tan dramática del mercado? ¿Llegará con el 2023 el respiro que tanto necesitan los atormentados traders e inversionistas de todo el mundo?
Evaluemos los daños
No es ningún secreto que el mercado de valores viene cayendo desde noviembre de 2021 y, aun cuando muchos esperaban que se tratara de una corrección pasajera, las acciones desafiaron todas las probabilidades para ceder aún más terreno durante los últimos 12 meses. El S&P 500, índice líder en Estados Unidos, ha cedido un 15 % en promedio desde que comenzó el año; mientras que el Nasdaq, con gran participación de empresas del sector tecnológico, se ha devaluado un 25 % durante el mismo periodo. Las pérdidas han sido exponencialmente mayores en el caso de compañías individuales, como es el caso de las favoritas Tesla (TSLA), Netflix (NFLX) y PayPal (PYPL); todas ellas se han devaluado más del 50 % desde principios de año hasta la fecha.
Aunque es fácil entrar en pánico ante estos descensos, es también completamente normal que esto suceda en épocas de dificultades económicas como la actual. En efecto, hemos estado viendo una aversión generalizada frente al riesgo en estos tiempos de incertidumbre, y a nadie le sorprende que las acciones más sobrevaloradas se hayan llevado la peor parte. Los últimos repuntes en ambos índices y en los valores de empresas individuales a lo largo del último trimestre, unidos a la confirmación por parte de Luis de Guindos, vicepresidente del Banco Central Europeo, de que la inflación se está ralentizando, podrían indicar que ya tocamos el fondo. En consecuencia, los inversionistas que han estado apostando por la estrategia "dollar-cost averaging" (promedio del costo en dólares) a lo largo del mercado bajista de 2022 podrían recoger los frutos el próximo año.
El congelamiento del mercado cripto
A la luz de la ya mencionada aversión por el riesgo, no sorprende precisamente que las criptomonedas hayan registrado los descensos más desastrosos este año entre todos los tipos de activos. Tanto Bitcoin como Ethereum se sitúan en promedio un 75 % por abajo de sus máximos históricos, mientras que algunas otras divisas y tokens menos conocidos han perdido más del 90 % de su valor durante el mismo periodo. Por no mencionar algunos proyectos en apariencia muy prometedores, tales como Terra y FTX, que han acabado desapareciendo por completo junto con los miles de millones aportados por inversionistas. Como ya dijimos anteriormente, es bastante normal que los instrumentos más volátiles y con un riesgo inherente mayor sean los que terminen en la peor situación durante mercados más precarios; lo cual no debería disuadir a los inversionistas de retener activos digitales a largo plazo.
No obstante, puede que el aspecto más preocupante de este inverno cripto sean las bancarrotas en masa de demasiados mineros públicos con un excesivo apalancamiento. Compute North es uno de los nombres de mayor repercusión mediática que ya han desaparecido, mientras que Core Scientific está también a punto de exhalar su último aliento. Aun después de vender todas sus reservas de monedas para poder sacar a flote su negocio, esta empresa se ve ahora obligada a vender sus equipos ASIC de última tecnología a una mínima parte de su costo, para regocijo de aquellos de sus competidores cuya capitalización es mayor. Sin embargo, una vez se deseche toda la paja del granero y comiencen a aumentar las recompensas, podríamos sin duda avistar nuevos máximos entre los activos digitales en 2023. Al menos eso es lo que cree Huobi Global que indica que BTC debería caer hasta un mínimo de USD 15.000 para marzo de 2023, allanando con ello el camino para una nueva etapa alcista en los tres últimos trimestres del año.
El mercado Forex se siente juguetón
La elevada volatilidad del mercado de criptomonedas es bien conocida, pero se tiene la expectativa de que las divisas tradicionales se comporten alta estabilidad y predictibilidad. Pero en 2022 vimos esa expectativa totalmente destruida por la montaña rusa que ha caracterizado a las monedas fiat y que ha hecho que los anteriores vaivenes parecieran llanuras. El par de divisas EUR/USD cayó por debajo de su paridad por primera vez en los últimos 20 años, mientras que el valor del billete verde se disparó con respecto a la mayoría de sus principales competidores en todo el mundo. Evidentemente, la inflación fue uno de los principales factores que propiciaron este inusitado escenario, pero la onda expansiva tras su impacto se vio amplificada por el aumento de la demanda del dólar a raíz de la combinación de liquidez y crisis energética. El dólar estadounidense sigue siendo la moneda de reserva del mundo, y los participantes del mercado suelen acudir a esta en tropel cuando la tormenta arrecia. Por no mencionar que el comercio del crudo de todo el planeta se lleva a cabo en USD.
Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que el dólar perdiera valor a raíz de la política de impresión de dinero de la Reserva Federal de Estados Unidos, pero lo cierto es que estos dólares nunca llegan a la economía real, de ahí que su efecto sobre el suministro real de USD haya sido escaso. Por otra parte, la demanda de avales denominados en dólares en forma de bonos del Tesoro a corto plazo procedentes del mercado de derivados valorado en varios billones de dólares ha servido para impulsar el valor de la moneda estadounidense de forma considerable. Si tenemos en cuenta que la Fed está haciendo frente al incremento de la demanda a través de una política de pronunciados aumentos de las tasas de interés, y que se espera se dé el cambio de futuros y opciones a valores físicos en 2022, el año que está por llegar debería caracterizarse por una normalización de las tasas cruzadas de los pares EUR/USD y GBP/USD en lo sucesivo. De hecho, la previsión ofrecida por Citibank para el par EUR/USD en los próximos 6 a 12 meses se sitúa en USD 1,05 y con un ascenso hasta el más familiar USD 1,10 a largo plazo.
¿Ya no brilla el oro?
Ya desde el 2020, coincidiendo con el inicio de la pandemia, los analistas de todo el planeta vienen inclinando la balanza a favor del dólar, y las razones hablan por sí solas. Los momentos de dificultades y vicisitudes económicas casi siempre han implicado una revalorización para este metal precioso, y los periodos de hiperinflación han demostrado ser aún más rentables. Es comprensible que aquellos a favor del oro esperaran obtener enormes ganancias sobre los metales preciosos cuando la presión sobre los precios alcanzó el 10 % este año, pero lo cierto es que, después de un primer trimestre relativamente positivo, la cotización del oro en el último mes del 2022 se sitúa exactamente en los mismos niveles (USD 1.800 por onza Troy) en los que se encontraba hace 12 meses.
¿Cuál es la razón de este nimio comportamiento? Todo es consecuencia del dólar, por supuesto. Los precios del oro se cotizan en USD, motivo por el cual el metal precioso parece haberse comerciado sin cambios durante todo el año. Dicho esto, y si vemos bajo la superficie, vemos que ante la situación de la inflación el dólar en realidad se revalorizó un 10 % a lo largo del año. En consecuencia, podemos decir que el oro también se revalorizó en un porcentaje similar; algo que, somos plenamente conscientes, puede resultar confuso. Observar el precio por gramo en euros nos será probablemente de gran ayuda para entenderlo; los precios spot en Europa se han elevado casi un 8 %, desde €50,49 hasta €54,53. Como resultado, en realidad el oro ha desempeñado su papel a la perfección, ya que ha conservado el poder adquisitivo de sus titulares durante este accidentado año. Es más, los analistas de Saxo afirman que el oro podría "atravesar el doble techo próximo a USD 2.075 como si esta barrera no existiera y abalanzarse ambiciosamente hasta al menos USD 3.000".