Es una situación sin precedentes desde los años 70 por la que Europa se enfrenta a la mayor crisis energética de su historia reciente. Los precios del petróleo se han duplicado en todo el mundo desde inicios del pasado año, mientras que el precio del carbón se ha prácticamente cuadruplicado y el del gas natural europeo se ha multiplicado casi por siete. Esto lleva forzosamente a que tanto empresas como consumidores se vean obligados a apretarse el cinturón, y los efectos de esto se están haciendo sentir en el PMI manufacturero y del sector servicios a lo largo y ancho del viejo continente.
Dicho esto, la actual combinación de un mayor suministro y una menor demanda industrial podría hacer que los precios bajen. ¿No sería esto algo positivo? Puede que así sea a corto plazo, pero si atendemos al factor macroeconómico lo cierto es que la realidad cambia. Aun así, traders e inversores encontrarán indiscutiblemente una oportunidad cuando llegue una crisis, siempre y cuando la busquen con la suficiente atención. En este artículo examinaremos la trayectoria futura del mercado energético e intentaremos determinar la mejor forma de actuar en la situación actual.
¿Vendrá la OPEP a rescatarnos?
En opinión de muchos, el ascenso en los precios del petróleo que ha golpeado más duramente al consumidor promedio se sostienen de forma artificial. toda vez que la oferta de crudo accesible en todo el mundo es más que suficiente. Simplemente este suministro no está siendo liberado en el mercado. análisis que, no obstante peca de simplista, es cierto en esencia. Los países miembros de la OPEP+ se han visto presionados a aumentar el suministro varias semanas consecutivas tras la visita del presidente estadounidense Joe Biden al Reino de Arabia Saudita el mes pasado. Sin embargo, no todos los miembros de la organización ostentan semejante positivismo hacia Riad como lo hiciese Washington, puesto que muchos de los países que lo integran están más que satisfechos con los elevados precios y se muestran a favor de mantener la escasez de este producto. Tras una larga deliberación, la OPEP+ ha finalmente convenido una modesta cantidad de 10.000 barriles por día lo que, si bien dista de ser una mera panacea, contribuirá en cierto modo a controlar los precios una vez llegado el otoño. En efecto, tanto el Brent como el West Texas Intermediate respondieron inmediatamente a estas noticias con un descenso común del 0,2 % hasta los 97,22 $ y 91,71 $, respectivamente. Si tenemos en cuenta la continuada y notoria presión para incrementar la producción en la primera potencia mundial, sería más que razonable esperar que se desarrolle una tendencia negativa en los próximos meses.
La contención de la demanda, un motivo de preocupación para los economistas
Si bien es cierto que el aumento de la producción ha contribuido a controlar los precios, la causa detrás del retroceso de estos dista de deberse a la oferta. Los últimos datos muestran que la demanda de gasolina en Estados Unidos es actualmente inferior a la cifra registrada hace dos años durante la adopción de las medidas más duras de confinamiento por la pandemia, hasta el punto de que los 120 $ que cuesta ahora un barril mantiene a más conductores alejados de las carreteras de lo que lo hiciese la COVID-19. Entretanto, los precios de la electricidad, directamente relacionados con el precio del gas y del carbón, han crecido de forma exponencial.
La inestibilidad política vigente en la región situada al este y la falta de alternativas viables han hecho que los precios del gas y la electricidad crezcan descontrolados por toda Europa. A diferencia de lo que ocurre con el petróleo, a día de hoy los consumidores no pueden permitirse dejar de usar electricidad y, ahora que se acerca la temporada invernal con el consiguiente incremento del uso de la calefacción, es más que probable que aquellos se vean obligados a calentar sus hogares independientemente del gasto que ello suponga. A pesar de la menor susceptibilidad a la presión ejercida por la demanda que presenta el gas natural, son muchos los negocios que están reduciendo su uso de la electricidad por causa de los elevados precios, lo que a su vez está acelerando la inflación y el crecimiento negativo en numerosos países europeos. De mantenerse esta tendencia hasta otoño e invierno, Europa bien podría adentrarse en una recesión a gran escala, en cuyo caso podríamos esperar que se diese una dilatada tendencia a la baja.
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