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Impacto de los aranceles de Estados Unidos en los mercados financieros globales en 2025
Impacto de los aranceles de Estados Unidos en los mercados financieros globales en 2025

Impacto de los aranceles de EE. UU. en los mercados financieros

Los aranceles comerciales de Estados Unidos se han convertido en un factor clave que sacude a los mercados financieros globales en los últimos años. Desde la política de “America First” de Donald Trump en 2018–2019 hasta las nuevas medidas proteccionistas tras las elecciones de 2024, los tarifas de EE. UU. han provocado alta volatilidad en Wall Street, caídas en bolsas internacionales, movimientos bruscos en divisas y comportamientos dispares en criptomonedas. En este análisis revisamos la experiencia histórica del impacto de los aranceles estadounidenses en los mercados, analizamos la situación actual tras el regreso de Trump a la Casa Blanca, y evaluamos las implicaciones para las economías globales y latinoamericanas.

Mercado bursátil de Estados Unidos

Las nuevas tarifas comerciales de EE. UU. tuvieron un efecto inmediato en el mercado bursátil estadounidense. A inicios de 2025, con la escalada de la guerra comercial, los índices de Wall Street sufrieron fuertes correcciones. Para el 10 de marzo de 2025, el S&P 500 había caído más de un 8% desde su máximo histórico un mes antes, entrando oficialmente en territorio de corrección, mientras que el Nasdaq Composite acumuló una baja superior al 10% desde su pico de diciembre. En uno de los peores días del año (10 de marzo), el S&P 500 se desplomó un 2,7% y el Nasdaq un 4%, la mayor caída diaria desde 2022. Ante crecientes temores de recesión por los aranceles, se evaporaron aproximadamente 4 billones de dólares en capitalización bursátil del S&P 500 respecto a sus niveles máximos.

Prácticamente todos los sectores del mercado estadounidense sintieron la presión de la política arancelaria. Los más afectados fueron aquellos dependientes de las cadenas globales de suministro y de la exportación. Empresas tecnológicas e industriales emblemáticas, que hasta hace poco subían por el optimismo de incentivos fiscales, vieron un brusco cambio de sentimiento. Por ejemplo, las acciones de Tesla cayeron un 15% en un solo día, borrando más de $125 mil millones de su capitalización. Del mismo modo, Apple y Nvidia perdieron alrededor de 5% en esa jornada. Este desplome general evidenció cómo la incertidumbre comercial estaba “comiéndose” las ganancias corporativas, ya fuera directamente (mayores costos reduciendo márgenes) o indirectamente (menor demanda ante precios al alza). De hecho, analistas de Goldman Sachs estimaron que un aumento de 5 puntos porcentuales en los aranceles promedio podría recortar aproximadamente 1–2% de las utilidades por acción (EPS) de las empresas del S&P 500, golpeando inmediatamente sus cotizaciones.

En paralelo, se observó una rotación de los portafolios hacia activos defensivos. El nerviosismo por la guerra comercial hizo caer los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense –la tasa del Treasury a 10 años bajó hasta ~4,2%– señal de una huida hacia instrumentos seguros. Sectores considerados refugio dentro de la bolsa tuvieron un desempeño relativo mejor: por ejemplo, el índice de servicios públicos (Utilities) logró subir alrededor de 1% en el día de la gran liquidación, debido a que los inversionistas buscaban acciones con dividendos estables. Aun así, el apetito por riesgo disminuyó drásticamente y la prima de riesgo exigida para las acciones aumentó. En EE. UU., el índice de Incertidumbre de Política Económica alcanzó niveles extremadamente altos, reflejando la preocupación de que la agenda proteccionista frene el crecimiento. En resumen, el rally de las bolsas estadounidenses dio paso a un marcado enfriamiento. Incluso si inicialmente parte del sector privado había celebrado medidas pro-empresa (como recortes impositivos), una guerra comercial a gran escala eliminó rápidamente el optimismo. Un analista lo describió acertadamente: “la luna de miel de Trump con Wall Street terminó”, sustituida por un temor palpable a la recesión. En el corto plazo, el comportamiento de los índices estadounidenses dependerá de los próximos pasos en política comercial: una mayor escalada de aranceles podría profundizar la corrección bajista, mientras que gestos de compromiso o aligeramiento de las tarifas podrían dar lugar a rebotes técnicos.

Caída de Wall Street por nuevos aranceles comerciales en abril 2025

Cierres de los principales índices bursátiles (7 de abril de 2025):

ÍndiceCierre (pts)
Dow Jones (EE. UU.)37 965,60
S&P 500 (EE. UU.)5 062,25
Nasdaq Composite (EE. UU.)15 603,26
DAX (Alemania)19 789,62
Nikkei 225 (Japón)31 136,58
Hang Seng (Hong Kong)19 828,30
Bovespa – Ibovespa (Brasil)125 588,00
IPC (México)50 458,32

Mercados bursátiles globales

Los mercados de acciones globales han reaccionado con igual intensidad frente a los aranceles de EE. UU., a menudo en sincronía con Wall Street. La experiencia reciente demuestra un claro efecto dominó: las caídas en la bolsa estadounidense rápidamente se trasladan a las bolsas de Asia, Europa y mercados emergentes. Durante la primera ola de la guerra comercial en 2018–2019, este patrón quedó en evidencia. Cuando Estados Unidos y China intercambiaron los primeros aranceles en 2018, el mercado bursátil chino entró en tendencia bajista. En ese año, la capitalización combinada de las empresas chinas se desplomó en unos $2,4 billones, la mayor pérdida anual desde 2002. Los principales índices de China, como el Shanghai SSE Composite y el Shenzhen, cayeron en doble dígito porcentual, afectados por la amenaza a sectores exportadores y la depreciación del yuan.

En Europa, los mercados también sufrieron bajo la incertidumbre comercial. Economías altamente exportadoras hacia EE. UU. como Alemania resultaron especialmente vulnerables. El DAX de Frankfurt experimentó fuertes altibajos cada vez que se hablaba de posibles tarifas a autos o bienes industriales. A finales de 2018, varios analistas advertían que una guerra comercial global podría hacer caer todos los grandes índices bursátiles y las materias primas si escalaba el conflicto. Efectivamente, esas preocupaciones se materializaron en 2019: en el verano de ese año, una nueva ronda de tarifas y retórica agresiva provocó derrumbes en las bolsas asiáticas, siguiendo el ejemplo de Wall Street. Índices de Japón (Nikkei), Corea del Sur (KOSPI) y Hong Kong sufrieron fuertes retrocesos junto con el S&P 500. Los mercados emergentes, desde Brasil hasta India, también acusaron el golpe ante la salida de capitales globales, ya que los inversores recortaron posiciones en activos de riesgo alrededor del mundo.

En 2025, la situación se está desenvolviendo de manera similar. La reactivación de la guerra comercial por parte de EE. UU. en los primeros meses del año volvió a sacudir las bolsas internacionales. Al recrudecerse las tensiones, los mercados financieros de Latinoamérica no han sido la excepción. Bolsas como la de México, Brasil o Argentina enfrentan la misma volatilidad importada: los inversionistas globales, temiendo un deterioro económico general, reducen su exposición a activos de la región. Esto se ha traducido en caídas en los índices bursátiles locales y en un aumento del costo de financiamiento para empresas emergentes. Al mismo tiempo, algunas compañías podrían beneficiarse en nichos específicos –por ejemplo, productores locales que suplen bienes anteriormente importados–, pero a nivel general el sentimiento negativo prevalece. Hasta que no se vislumbre una resolución en las disputas comerciales, la aversión al riesgo seguirá dominando el comportamiento de las bolsas mundiales, con las plazas latinoamericanas moviéndose al compás de Wall Street.

Tendencias de los mercados bursátiles globales tras medidas proteccionistas

Cotizaciones cambiarias al 7 de abril de 2025:

Par de divisasCotización
USD/EUR (dólar/euro)0,90 (€ por $)
USD/JPY (dólar/yen)148,0 (¥ por $)
USD/CHF (dólar/franco)0,85 (CHF por $)
USD/CNY (dólar/yuan)7,32 (¥ por $)
USD/MXN (dólar/peso MXN)20,68 (MX$ por $)

Nota: Un valor menor significa una divisa local más fuerte frente al dólar (p. ej., USD/CHF en 0,85 implica un franco suizo fortalecido). Un valor mayor implica una moneda local más débil (p. ej., USD/CNY en 7,32 indica depreciación del yuan).

Mercado de criptomonedas

El impacto de los aranceles estadounidenses en el mercado de criptomonedas es indirecto, pero perceptible en episodios de tensión extrema. En tiempos de incertidumbre geopolítica y económica, algunos inversores consideran las criptodivisas –principalmente Bitcoin– como un activo refugio alternativo, un tipo de “oro digital” para proteger capital ante problemas en el sistema financiero tradicional. Teóricamente, una guerra comercial global podría aumentar el atractivo de instrumentos descentralizados y no vinculados a ningún país en particular. De hecho, hubo momentos en años anteriores donde las criptomonedas mostraron comportamientos contracíclicos: por ejemplo, titulares de 2019 destacaban a Bitcoin como cobertura mientras las bolsas se desplomaban, con subidas porcentuales de dos dígitos en el criptoactivo simultáneamente a caídas bursátiles. Asimismo, durante episodios de devaluación del yuan, se informó que muchos inversores en Asia compraron Bitcoin para resguardar valor, llegando a pagar un premium en exchanges chinos cuando la moneda local se hundía.

No obstante, sería erróneo asumir que el mercado cripto funciona siempre como refugio seguro. Casos recientes indican que en fases agudas de pánico, las criptomonedas pueden caer junto con las acciones. El inicio de 2025 lo confirmó: en medio de la oleada de ventas provocada por los nuevos aranceles de EE. UU., el Bitcoin llegó a caer alrededor de un 5% en un solo día. En ese momento actuó más como un activo de riesgo que como un salvavidas financiero. Cuando cunde el pánico, muchos inversionistas liquidan posiciones en todos los frentes –incluyendo sus tenencias de criptomonedas– ya sea para cubrir pérdidas en otros mercados o simplemente para refugiarse en efectivo. Además, en un escenario de “guerra económica”, no se descarta un aumento de los riesgos regulatorios: los gobiernos podrían endurecer el control de movimientos de capital, lo que dificultaría las operaciones con criptoactivos a gran escala. Un precedente aleccionador fue el crash de marzo de 2020 (motivado por la pandemia, no por tarifas), en el que Bitcoin se desplomó tan rápido como los índices bursátiles, sino más, demostrando que ante un shock global severo las criptos no están exentas de grandes caídas.

Comportamiento de Bitcoin y otras criptomonedas en un contexto de incertidumbre económica

En síntesis, el comportamiento de las criptomonedas frente a las tarifas de EE. UU. depende sobre todo del apetito global por el riesgo. Si las amenazas arancelarias debilitan las monedas fiduciarias y elevan la aversión al riesgo, una parte de los inversores podría volcarse a Bitcoin u otros criptoactivos, impulsando sus precios (como ocurrió durante episodios de devaluación del yuan, cuando aumentó la demanda de BTC). Por otro lado, una liquidación masiva de activos de riesgo por miedo a la recesión global puede arrastrar temporalmente a las criptos a la baja, tal como se ha visto recientemente. No hay que olvidar otro factor potencial a largo plazo: si el orden económico mundial entra en una fase de mayor fragmentación (regiones aislándose comercialmente), las criptomonedas podrían ganar terreno como medio de transacción entre nuevos bloques económicos desconectados. Aunque esto es solo una hipótesis, sí está claro que en el futuro cercano la volatilidad en el segmento cripto seguirá elevada. Este sigue siendo un tipo de activo apto únicamente para inversionistas con alta tolerancia al riesgo, o para quienes buscan deliberadamente instrumentos no correlacionados con los mercados tradicionales.

Mercado de divisas

El mercado de divisas es quizá el reflejo más inmediato de los cambios en la política comercial, reaccionando a los flujos de capital, la confianza de los inversionistas y las expectativas macroeconómicas. Las tarifas de EE. UU. afectan directamente los tipos de cambio de los países involucrados en el conflicto comercial y provocan reacomodos hacia las llamadas monedas refugio. En líneas generales, un recrudecimiento del proteccionismo suele fortalecer divisas consideradas seguras, mientras debilita las monedas de economías exportadoras y emergentes.

Un caso emblemático es el yuan chino (CNY). Al estar China en el centro de las guerras comerciales recientes, su moneda ha tendido a depreciarse cada vez que Washington impone nuevos aranceles. Ya en 2018–2019 se observó que, a medida que EE. UU. aumentaba tarifas sobre productos chinos, el yuan se deslizaba a la baja de forma sostenida. En agosto de 2019, tras uno de esos incrementos (de 10% a 25% sobre $200 mil millones en importaciones chinas) y las represalias de Pekín, el yuan rompió la barrera psicológica de 7,0 CNY por USD, alcanzando su nivel más débil desde 2008. Esta devaluación –tolerada e incluso promovida por las autoridades chinas– ayudó a compensar parcialmente el impacto de los aranceles, abaratando los productos chinos en el exterior. En la actualidad (2025), el yuan nuevamente enfrenta presiones bajistas. Durante febrero y marzo de 2025, ante el anuncio de nuevos aranceles generalizados de EE. UU., el gobierno chino permitió que su moneda se debilitara gradualmente. Buscaban evitar un pánico abrupto pero al mismo tiempo mejorar la competitividad de sus exportaciones. Analistas calculan que el golpe negativo total de la guerra comercial podría restarle cerca de 1% del PIB a la economía china, por lo que un yuan más flexible es una de las herramientas para amortiguar el golpe. Si la confrontación se agrava, no sería sorprendente volver a escuchar acusaciones de “manipulación cambiaria”: en episodios previos, Washington ha acusado a Pekín de devaluar artificialmente su moneda cuando el yuan tocó mínimos de varios años. Para los participantes del Forex, esto se traduce en una mayor volatilidad en el par USD/CNY y en las divisas asiáticas correlacionadas con el yuan.

Entre las monedas refugio, destaca el yen japonés (JPY), tradicionalmente la principal divisa segura en Asia y una de las más importantes a nivel mundial. En épocas de aversión al riesgo por guerras comerciales, el yen ha mostrado consistentemente una apreciación frente al dólar. Por ejemplo, a inicios de agosto de 2019, en plena escalada arancelaria, el par USD/JPY cayó (es decir, el yen se fortaleció) hasta niveles no vistos en años, reflejando el flujo de capital hacia Japón. En la situación actual de 2025, la fuerza del yen volvió a hacerse patente: desde enero hasta inicios de abril de 2025, la moneda japonesa se ha apreciado cerca de un 7% frente al dólar, marcando su mejor desempeño desde el año anterior. En uno de los días recientes de mayor tensión por anuncios de tarifas, el yen registró su salto diario más fuerte contra el dólar desde septiembre pasado. Otro activo típico de resguardo, el franco suizo (CHF), también ganó más de 4% en los primeros meses del año. Estos movimientos confirman que, cuando caen las acciones y aumenta el miedo, los inversores se refugian en monedas de economías con finanzas sólidas y superávits externos importantes. Cabe notar que un yen excesivamente alto genera dolores de cabeza para Japón (dificulta sus exportaciones), pero hasta ahora el Banco de Japón se ha abstenido de intervenir agresivamente, entendiendo que la subida proviene principalmente de factores externos. De hecho, en el mercado Forex el USD/JPY se ha convertido en un termómetro del riesgo global: cuando las tensiones comerciales se agudizan, tiende a bajar (sube el yen); cuando hay calma o distensión, suele rebotar al alza.

El dólar estadounidense (USD) ocupa un lugar singular. Por un lado, el dólar es la moneda de reserva mundial por excelencia y, en crisis financieras clásicas (como la de 2008), suele actuar también como valor refugio, ya que muchos capitales regresan a activos denominados en USD. Sin embargo, en el contexto de una turbulencia originada por la propia política de EE. UU., el comportamiento del dólar puede ser ambiguo. En lo que va de 2025, el índice dólar (DXY), que mide al billete verde frente a las principales monedas, ha cedido cerca de 4%, mostrando una inusitada debilidad relativa. Esto refleja que los inversores están valorando los riesgos internos para la economía estadounidense derivados de los aranceles (como menor crecimiento o mayor inflación). En otras palabras, las medidas proteccionistas han opacado en parte el brillo tradicional del dólar como refugio. No obstante, esta debilidad podría revertirse si la situación escalara hasta provocar una recesión global severa: en un escenario de crisis financiera internacional, la demanda de liquidez en dólares tiende a resurgir por necesidad, lo que podría fortalecer al USD aunque él mismo sea el desencadenante inicial de la tormenta. Por otro lado, el euro (EUR) se ve afectado de forma mixta: cualquier tarifa de EE. UU. contra Europa (por ejemplo, a automóviles o productos agrícolas) sería negativa para la moneda común, dado que la UE también sufre por la caída de sus exportaciones. Hasta el momento, el panorama para el euro es neutral a bajista, pues la Eurozona enfrenta la incertidumbre comercial sin un catalizador propio positivo que aprecie su divisa.

Fluctuaciones en el mercado de divisas global ante tensiones comerciales

Continuando con las monedas de países emergentes, estas se encuentran bajo fuerte presión en el entorno actual. Los aranceles generan salida de capitales de los mercados en desarrollo hacia plazas más seguras. Divisas latinoamericanas como el peso mexicano (MXN) y el real brasileño (BRL), así como otras emergentes (el rand sudafricano, por ejemplo), han estado bajo ataque en los primeros meses de 2025. La combinación de deterioro en los términos de intercambio comerciales y aversión global al riesgo provoca depreciaciones significativas en estas monedas. En respuesta, varios bancos centrales se han visto obligados a considerar subidas de tasas de interés o intervenciones directas para frenar la caída de sus monedas y contener presiones inflacionarias. En Latinoamérica, este fenómeno se traduce en una mayor volatilidad cambiaria y en la necesidad de vigilar el precio del dólar hoy más que nunca, dado que muchas economías locales sienten el traspaso a precios de sus monedas más débiles.

Por último, entre los commodities, el oro ha brillado con luz propia como refugio clásico. La desconfianza creciente hacia el panorama económico impulsó al metal precioso a nuevos máximos. En el contexto de la retórica arancelaria de 2025, el precio del oro superó los $3000 por onza, un récord histórico. Este espectacular rally (el oro casi ha duplicado su cotización en los últimos 2,5 años) refleja cómo inversores institucionales y bancos centrales han estado diversificando sus reservas fuera del dólar, preparándose para una posible era prolongada de inestabilidad geopolítica. En efecto, algunas autoridades monetarias han comprado oro –e incluso yuanes chinos– para reducir su dependencia del billete verde. Así, el mercado cambiario parece estar viviendo un cambio de paradigma: el dólar ya no reina solo como activo seguro, compartiendo escenario con el oro, el yen y el franco suizo, e incluso, potencialmente, con otras monedas al margen del conflicto. Esta revalorización de los refugios es una tendencia clave del 2025.

Pronósticos

Previsiones económicas globales y estrategias de inversión para 2025

Las tarifas comerciales de EE. UU. han demostrado tener un impacto contundente en las finanzas globales: elevan la volatilidad de los mercados, redistribuyen flujos de capital y alteran las proyecciones macroeconómicas. La experiencia histórica de los últimos años indica que, en el corto plazo, los mercados reaccionan negativamente a los aranceles –caen las acciones y otros activos de riesgo, mientras los inversionistas buscan refugio en instrumentos seguros. Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y una nueva ola de proteccionismo en 2025, estas tendencias se han acentuado. A continuación, presentamos las principales conclusiones y pronósticos basados en las condiciones actuales:

  • El crecimiento global bajo amenaza: Si la guerra comercial 2025 se prolonga o intensifica, la economía mundial verá mermado su crecimiento. Diversos organismos ya han recortado previsiones. La OCDE, por ejemplo, redujo sus proyecciones para el PIB global, y algunos expertos comparan el efecto de aranceles del 25% con el proteccionismo de los años 1930. En términos prácticos, esto implica que las ganancias corporativas a nivel mundial estarán bajo presión y que los índices bursátiles podrían estancarse o seguir cayendo. La probabilidad de una recesión global va en aumento. Moody’s Analytics advierte que una subida arancelaria generalizada (por ejemplo, un 20% universal) podría costarle hasta 5,5 millones de empleos a EE. UU., elevar su desempleo al 7% y recortar su PIB en 1,7%, impactos que inevitablemente se contagiarían al resto del mundo
  • Mercados bursátiles: volatilidad alta y rotación sectorial. Es previsible que en los próximos meses continúe la turbulencia en las bolsas. Para el mercado estadounidense, no se descartan nuevas caídas adicionales de un 5–10% desde los niveles actuales si el conflicto comercial escala, lo que acercaría al S&P 500 a un mercado bajista técnico. Los sectores más vulnerables seguirán siendo aquellos vinculados al comercio global: industrias manufactureras, tecnología con cadenas globales y empresas de materias primas. En contraste, podría haber ganadores locales en EE. UU.: compañías centradas en el mercado interno y protegidas de la competencia importada (gracias a los aranceles) podrían tener un desempeño relativamente mejor que el promedio. Por ejemplo, empresas manufactureras domésticas o de sectores como infraestructura, telecomunicaciones, utilities, defensa, etc., podrían resistir mejor. Ahora bien, si en algún frente llegan sorpresas positivas –por ejemplo, la eliminación o reducción inesperada de ciertos aranceles tras negociaciones– cabe esperar un rally de corto plazo en los sectores más castigados (digamos, automotriz o tecnología) debido al alivio. A nivel global, las bolsas mantendrían su correlación con Wall Street: en ausencia de acuerdos, la mayoría de mercados seguirá la tendencia bajista que marque EE. UU. El mayor riesgo recae en los índices de países directamente afectados por las tarifas más altas de Washington (varios mercados de Asia y, en parte, Europa). En este contexto, a los inversionistas les conviene mantener portafolios de acciones diversificados por regiones y sectores, inclinándose hacia segmentos más resilientes a los aranceles (economías domésticas, sectores defensivos como salud, bienes de primera necesidad, utilities, etc.).
  • Divisas y activos refugio: reevaluación de prioridades. En el frente cambiario, es probable un fortalecimiento adicional del yen y el franco suizo si las bolsas mundiales continúan a la baja, consolidando su rol como refugios. A corto plazo, el dólar podría permanecer relativamente débil frente a las principales monedas –es posible que el índice DXY fluctúe en la parte baja de su rango reciente– mientras los inversionistas calibran los riesgos internos para EE. UU.
    Sin embargo, en caso de una recesión global más profunda, el dólar recuperaría parte de su estatus de activo seguro (en crisis severas siempre hay demanda de liquidez en USD). El desempeño del euro dependerá de cómo se apliquen tarifas a Europa; por ahora se anticipa un sesgo ligeramente negativo, pues la zona euro también sufre por la menor exportación, factor que no impulsa al euro al alza. El yuan probablemente seguirá bajo una depreciación controlada: China difícilmente permitirá un desplome abrupto de su moneda, pero tampoco buscará apreciarla mientras sigan vigentes los aranceles. Entre las divisas de commodities, podrían mantenerse frágiles el dólar australiano y el dólar canadiense, arrastrados por la caída en precios de materias primas ligada a la menor demanda global. Las monedas emergentes deben prepararse para más intervención oficial –ya sea vía alzas de tasas o venta de reservas– con tal de defender sus cotizaciones si la aversión al riesgo persiste. En cuanto a los metales preciosos, el oro probablemente continuará marcando máximos históricos. Algunos analistas no descartan que alcance $3200/oz o más si la crisis comercial se agudiza, consolidándose como una de las alternativas más atractivas frente a la inestabilidad.
  • Criptomonedas: incertidumbre, pero potencial de cobertura. Estimamos que el mercado cripto seguirá alternando ráfagas alcistas y bajistas en función del clima inversor general. Si el enfrentamiento comercial se prolonga y erosiona la confianza en los instrumentos financieros tradicionales, podría verse un flujo adicional de capital hacia Bitcoin y otras criptomonedas, buscándolos como activos de cobertura. Esto sería especialmente plausible entre la población de países cuyas monedas nacionales se devalúen bruscamente –para esos inversionistas, las criptos y el oro pueden servir como sustitutos de reserva de valor. Tal escenario aportaría soporte e incluso subidas de precio a los criptoactivos (como alternativa tanto a las divisas locales depreciadas como al dólar). No obstante, hay que considerar el otro lado: en caso de un colapso bursátil profundo, las criptomonedas también podrían desplomarse temporalmente, repitiendo el patrón de caídas forzadas por liquidación de posiciones (los inversionistas venden lo que pueden para obtener liquidez). Ya ha ocurrido antes, y sigue siendo posible que en un momento de pánico extremo Bitcoin se comporte más como un activo riesgoso que como refugio. En conclusión, las criptos mantienen un doble perfil en este contexto –por un lado son vehículos especulativos altamente volátiles, y por otro una posible cobertura anti-sistema–, por lo que su trayectoria dependerá de cuál de estos dos aspectos prevalezca según las noticias económicas.
  • Estrategias de inversión: adaptando el portafolio a la nueva realidad. Dada la coyuntura actual, se recomienda a los participantes del mercado adoptar una estrategia más activa de cobertura (hedging) y diversificación. En renta variable, esto puede implicar el uso de derivados como opciones o futuros sobre índices de volatilidad (ej. VIX) para proteger las carteras, o rotar parte de las inversiones hacia sectores defensivos menos expuestos a la guerra comercial (salud, servicios públicos, consumo básico, etc.). En el mercado de divisas, podría ser prudente aumentar la tenencia de activos en yenes, francos suizos o incluso en oro, dentro de los portafolios, como contrapeso a posiciones en dólares u otras monedas vulnerables. Asimismo, cobra más importancia la diversificación amplia: tanto por clase de activo (acciones, bonos, materias primas, efectivo) como por geografía. Mantener una cartera repartida en distintas regiones puede ayudar a reducir la volatilidad extrema. Por último, en un entorno dominado por políticas comerciales impredecibles, las estrategias basadas en las noticias y la capacidad de reacción rápida (por ejemplo, a tweets o anuncios sorpresivos) pueden volverse tan o más relevantes que el análisis fundamental tradicional. La flexibilidad y la cautela serán claves: hoy más que nunca, los inversionistas deben estar preparados para recalibrar sus posiciones ante cambios repentinos en el panorama político-económico.

Pronóstico general: si en los próximos meses Estados Unidos y sus principales socios comerciales no logran acuerdos significativos, es posible que los mercados financieros entren en una fase de corrección prolongada. La agencia Fitch proyecta que el crecimiento del PIB global se desaceleraría a 2,3% en 2025 (frente al 3,3% estimado antes), un entorno más débil de lo que los mercados habían descontado hasta ahora. Esto sugiere un escenario base de presión continuada sobre los activos de riesgo. En cambio, una eventual tregua parcial –por ejemplo, la suspensión de algunos aranceles tras negociaciones bilaterales con China, la UE u otros, o nuevos acuerdos comerciales– podría mejorar la confianza y propiciar una recuperación de los mercados hacia la segunda mitad de 2025. Aun bajo ese resultado optimista, el nivel de incertidumbre permanecería elevado: tanto las empresas como los inversionistas han aprendido la lección de estos años, incorporando el hecho de que el proteccionismo puede regresar en cualquier momento.

Conclusiones

Los aranceles de EE. UU. se han convertido en un factor que ya ha alterado estructuralmente los mercados financieros globales. El mundo avanza hacia una mayor regionalización del comercio, obligando a los actores financieros a adaptarse a una nueva realidad. En el corto plazo, seguiremos viendo tensiones: los índices bursátiles reaccionarán sensiblemente a cada noticia sobre tarifas; las divisas oscilarán entre la política monetaria (p. ej. las acciones de la Reserva Federal) y el vuelo hacia la seguridad; y los inversionistas deberán navegar entre el temor a perder oportunidades (FOMO) y el miedo a sufrir pérdidas considerables. En estas condiciones, una estrategia equilibrada y diversificada, junto con un atento seguimiento de los factores políticos, se vuelve indispensable para tener éxito en los mercados. Es de esperar que los aranceles estadounidenses sigan siendo un driver clave para las finanzas mundiales en el futuro inmediato. Su influencia perdurará hasta que se alcance –y se estabilice– una nueva configuración en el sistema de comercio global que reduzca la incertidumbre reinante.

 

Fuentes: Este reporte se elaboró con información de agencias y medios especializados, incluyendo Reuters.com, Bloomberg.com, FinancialTimes.com, MarketWatch.com, CNBC.com, CNN Business, Agencia EFE, Infobae, así como datos de mercados recopilados de sitios financieros. También se tomaron en cuenta análisis de instituciones financieras (por ejemplo, reportes de Goldman Sachs, Bank of America) y organismos internacionales (OCDE, Fitch Ratings) divulgados en medios de prensa. En conjunto, estas fuentes brindan un panorama amplio y actualizado del impacto de los aranceles en los mercados al cierre de abril de 2025.

 

Descargo de responsabilidad: Este material se proporciona exclusivamente con fines informativos. Las opiniones y pronósticos aquí expresados reflejan la visión de los autores en el momento de la redacción y pueden cambiar. La información se basa en fuentes públicas; sin embargo, no se garantiza su exactitud ni integridad. Esta publicación no constituye una recomendación de inversión ni una oferta para realizar transacciones. El uso de la información contenida es responsabilidad exclusiva del lector.

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