De todos es sabido que el mercado Forex es uno de los mayores mercados financieros en todo el mundo, con un exorbitante valor que ronda los 2.400 billones de dólares, y un volumen de facturación diaria de en torno a 6.600 billones de dólares. No obstante, la savia vital de este mercado es el comercio internacional y, desgraciadamente, los catastróficos efectos de la pandemia por coronavirus y la inflación asociada a las cadenas de abastecimiento y la actividad económica global han tenido serias repercursiones sobre el comercio de divisas. Por su parte, los reguladores y dirigentes políticos se han visto obligados a realizar un ejercicio de equilibrio en materia de política monetaria para controlar la nefasta combinación que supone la creciente deuda pública, la desbocada inflación y la incertidumbre en torno a las perspectivas empresariales.
Si bien la inyección de liquidez proporcionada por los bancos centrales y las medidas de estímulo económico adoptadas por los gobiernos han sido una auténtica bendición para los mercados bursátiles, lo cierto es que las divisas tradicionales se han visto arrastradas por los tumefactos balances generales y las reducidas tasas de interés en todo el mundo. Así las cosas, las monedas de productos básicos como el dólar astraliano y el dólar canadiense han perdido mucho terreno frente al dólar estadounidense, divisa que suele tomarse como moneda de reserva en todo el mundo y que en consecuencia ofrece una robusta protección en tiempos de elevada volatilidad en el mercado de divisas. Sin embargo, esto no constituye ninguna sorpresa dado que muchos traders en Forex sienten una gran aversión por el riesgo; está surgiendo entre los inversores particulares e institucionales una clara tendencia hacia las monedas seguras.
Un puñado de dólares
Como ya mencionamos anteriormente, el ganador indiscutible entre las divisas tradicionales este año ha sido el dólar estadounidense. Los traders de Forex han recurrido en masa al USD como protección contra la incertidumbre a raíz de la actual pandemia, la elevada inflación y la conciliadora política monetaria adoptada por otros reguladores nacionales como el BCE y el BoE. A pesar de que la Fed se ha abstenido de aumentar los tipos de interés, ha hecho gran hincapié en la necesidad de iniciar la transición hacia el endurecimiento de sus políticas fiscales, tomando medidas activas para reducir su programa de estímulo económico. El rendimiento de los bonos del Tesoso ha crecido también de forma continuada, lo que naturalmente atrae capital extranjero. Es más, la demanda orgánica de capital ha aumentado también en aquellos países afectados por la hiperinflación como Argentina, Turquía o Venezuela, a medida que la población nacional buscaba proteger su patrimonio frente a la depreciación. La combinación de estos factores ha favorecido que se revalorice el USDT más del 5 % frente al CAD en la segunda mitad del 2021. Los avances del USD frente al EUR y a la GBP en el mismo periodo del año han sido aún más imponentes, situándose en un promedio de 7,5 %.
Gangas por doquier
Aunque es posible que los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense hayan acabado deprimiendo a la gran mayoría de divisas en países en desarrollo, algunas fueron golpeadas con demasiada crudeza, lo que supuso una opción demasiado tentadora para aquellos cuyo apetito por el riesgo era algo más elevado. Así, Barclays Plc ha aconsejado a sus clientes que consideren la posibilidad de adquirir reales brasileños, rublos rusos, pesos mexicanos y wons surcoreanos a modo de inversión a largo plazo. Por su parte, Discovery Capital se muestra a favor de comprar monedas europeas minoritarias como el florín húngaro, la corona checa o el zloty polaco enfrentadas al euro. La lógica detrás de este movimiento es más que evidente: los bancos centrales de estos países ya han aprobado el aumento de sus tipos de interés, mientras que el BCE ha indicado a los mercados que tal medida no se adoptará en la eurozona hasta el 2023. Otras divisas de mercados emergentes con sólidas perspectivas de crecimiento incluyen el rand sudafricano y la rupia indonesia. Los inversores más intrépidos podrían incluir estas monedas como forma de ponderar una cartera más amplia integrada por monedas europeas principales y secundarias.
Dinero nuevo
Tanto se habla de monedas tradicionales que es fácil pasar por alto ese nuevo formato de dinero que ha creado a más millonarios en los últimos 5 años que cualquier otro tipo de activo en la historia. De todas las monedas, los activos cripto han sido sin duda el principal ganador en el 2021, pero no lo recomendamos si eres de salud delicada.
Cuando se trata de divisas digitales, la mayoría suele centrarse en Bitcoin y Ethereum. Otrora instrumentos menospreciados y ridiculizados, ambas monedas han pasado a ser hoy por hoy un producto de primera necesidad en las carteras de numerosos inversores institucionales, y muy pronto lograrán desprenderse del sambenito de instrumentos volátiles. Ciertamente, y a pesar de los altibajos sufridos este año, estas divisas han crecido en un 77 % y 492 %, respectivamente.
Sin embargo, los inversores que tengan mayor tolerancia al riesgo harían bien estudiando algunas de las nuevas altcoins que han acaparado el mercado. Un excelente ejemplo lo encontramos en la moneda meme Dogecoin que, gracias al claro y explícito apoyo recibido por el fundador de Tesla Elon Musk, ha demostrado ser un interesante activo para inversores y traders por igual, generando unas ganancias del 3.400 % en términos interanuales y a pesar de haber perdido recientemente casi el 70 % de su valor en el segundo trimestre de este año. La gran repercusión mediática alcanzada por DOGE dio paso a la aparición de una nueva moneda canina denominada Shiba Inu, cuya revalorización es aún más impresionante, habiendo crecido un 55.299.173,2 % desde su lanzamiento en mayo de este año.
Por supuesto, el riesgo asociado a este tipo de inversiones es inmenso, pero todo trader o inversor que se precie llevará a cabo una exhaustiva investigación antes de dar cualquier paso en esta dirección.
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